!Petra!

Salir del Wadi Rum por la tarde no fue nada fácil. Las guaguas terminan a las 3 de la tarde, y la única forma de salir de allí es, o bien en taxi o haciendo autostop. La pareja que me acompañó iba a Wadi Musa, a sólo 2 Km. de Petra, pero yo tenía que volver a Aqaba para comprar una cámara porque allí es zona franca y no se consiguen mejores precios en Jordania. Así que nos colocamos los 3, sacando la piernita a ver si colaba. Y…upss…el primero paró.. Nosotros tan contentos hasta que el conductor nos dice: son 10 dinares hasta el cruce (aproximadamente 10 Km.). Así pararon unos cuantos hasta que con paciencia, una hora después, paró un alma caritativa que nos llevó un primer tramo, y luego otra más que cubrió el resto. Al final me quedé yo solo en el cruce con el autopista a ver si pasaba un bus. Tuve suerte y llegue pronto a Aqaba, compre la cámara y volví a ver si había suerte para volver a Wadi Musa. Pero ya era tarde, la última guagua había salido, así que cogí un minibus, que supuestamente me permitiría coger un enlace posterior. Al final no hubo manera y me quedé a medio camino en la ciudad de Ma'an, en un hotelillo que mejor ni les cuento, solo el conseguir registrarme fue todo un desarrollo de un nuevo lenguaje de signos. Al día siguiente yo tan contento a coger "la guagua final" perooo... era viernes (que aqui,junto al sábado es el fin de semana) y no había prácticamente transporte público...Bueno, al final llegué en un taxi que peleé bravamente y me dejó en el Valentine Inn en Wadi Musa. Y, sobre la marcha, a Petra.
Muchos habrán oído hablar anteriormente de esta ciudad que construyeron los Nabateos, más o menos alrededor del año 0; otros la habrán conocido porque es donde se desarrollaba la escena final de Indiana Jones y la última cruzada (que por cierto la ponen compulsivamente por la noche en los hostales de Wadi Musa). Pero lo que yo personalmente no me esperaba, es que aquello fuera tan inmensamente grande. Yo me compre un ticket de 2 días, y anda que di pata. Entraba desde primera hora y salía por la tarde y aun al final me faltaron cosas por ver.

La entrada a la ciudad se hace a través del Siq, una garganta que en sus sitios mas estrechos no llega a 3 metros y que es larga, muy larga... Un preludio acorde con lo que te vas a encontrar luego. Aparte del Tesoro, a mi me parecieron increíbles: el Monasterio, las Tumbas reales, un teatro excavado en la roca con capacidad para 8.500 espectadores (casi la mitad de la ciudad) y sobre todo caminar por los múltiples senderos, gargantas, escaleras que hay para perderse de las multitudes y que te permiten ver todo desde distintos puntos de vista. Los templos, además, están excavados en una roca que tiene unas vetas de un colorido absolutamente alucinante.
Después de esto, en nuestro hotel, por la noche, te servían un bufete repleto de ensaladas y verduras. Que cosa, después de tanta indigestión a Falafel y a Koshari en Egipto y de las ocho horas caminando en Petra, aquello parecía una jauría de chacales hambrientos (yo incluido). Allí me encontré otra vez con Jeff, con Javiera y Gabriela (que había solventado su problema con el pasaporte y había podido entrar en Jordania ), con Alex, un checo sonriente y fue "casi" como si me sintiera en casa.