Masuleh

Desde Ardabil, salimos rumbo a Masuleh, uno de los pueblos favoritos para el turismo local. Cogimos una ruta que atravesaba unos valles increíbles atravesando la ciudad de Khal Khal y muchos pequeños pueblos rurales.
Las pequeños asentamientos de la zona se caracterizan por una calle principal, normalmente la carretera general donde esta la pequeña tienda del pueblo, a veces un restaurante y algún que otro negocio. Las casas son de adobe y los caminos interiores no están asfaltados. Desde que ven llegar el Land Rover amarillo, que les aseguro se ve desde bastante lejos, se acercan a charlar un ratito con nosotros, aunque sea en el socorrido idioma internacional de los gestos.
Atravesando el valle llegamos al punto más alto del camino, 2700 m. y al pasar el collado nos encontramos con una niebla espesa que parecía que se podía cortar con un cuchillo, como las que aparecen en ocasiones subiendo a mi pueblo, Artenara.
Masuleh no defrauda desde la primera mirada. Entre la niebla y el frondoso bosque están las casitas de color miel. Nada mas llegar nos encontramos un autocar de un instituto femenino de visita al pueblo. Allí se acercaron a nosotros y después de cruzar algunas palabras, empezaron a sacarnos decenas de fotos. Por un momento me sentí como si fuera uno de los Beatles, rodeado de quinceañeras y bajo los flashes de sus cámaras…y es que todo el mundo merece su pequeño momento de gloria, aunque sean cinco minutos ¿no?

En Masuleh, aunque hay dos hoteles , lo mas normal es ir a la casa de una de las familias que habilitan las viviendas para recibir el turismo y donde tienes hasta tu pequeña cocina y tu propio baño.
No todo fue bueno este día, también vi como unos cazadores mataban a un perro con saña y de una forma absolutamente cruel; una forma un tanto particular de divertirse que a mí me dejó bastante consternado.