3 oct 2008

El sabor de Bengala Occidental

Abandoné de forma definitiva en este viaje El Himalaya. Por tercer año consecutivo he venido a esta zona del mundo que nunca me ha dejado de sorprender.
Mi siguiente destino era la frontera con Buthán y el cercano Parque Nacional de Jaldapara, refugio de una importante población de rinocerontes indios.
Después de salir de las montañas de Sikkim, llegué de nuevo a las planicies de la provincia de Bengala Occidental.
El recorrido en jeep compartido (unas 7 h.) es como si estuvieras viendo una película sobre el día a día de esta región en la cual uno se siente ya muy cerca del Sureste de Asia.
Por supuesto no pudo faltar la lluvia. Esta es una de las zonas más lluviosas (el máximo con casi 12.000 mm. al año está en la cercana provincia de Manipur). Sin embargo, la gente no para: por ejemplo en las plantaciones de té, las mujeres sacan su paraguas y siguen con la recolección de las hojas.
Tampoco faltan los monos al borde de la carretera, a la espera de algún resto de comida o algo que se pueda sustraer a algún desprevenido por el camino.
Llegué a media tarde a Jaigon, la ciudad fronteriza con Buthán. Este pequeño país está prácticamente cerrado al turismo, por lo menos al de presupuesto ajustado: la visa cuesta la friolera de 200 dólares al día.
Yo había oído que dejaban pasar a la ciudad fronteriza de Puentsholing durante unas horas y sin necesidad de visado. Todo un bulo porque no es así. De todas formas, como el paso es libre para los ciudadanos de India y Buthán te puedes hacer una pequeñísima idea de como debe ser el país desde el otro lado.
Los últimos dos días en la India las pasé cerca del Parque Nacional de Jaldapara. Yo había ido en otra ocasión, en el P. N. de Chitwan en Nepal en busca del rinoceronte (con éxito) y me había divertido mucho.
El pueblo es muy pequeño y sólo hace unos días que abrieron el parque a las visitas así que no hay nadie de fuera. Disfruté mucho del día paseando por el pueblo.
Al día siguiente me tuve que levantar a las 5 de la mañana para entrar en el parque, subir al elefante y tratar de buscar al rinoceronte. Esta vez dimos vueltas y vueltas por el parque pero el rino se mostró esquivo. En otra ocasión será...
De la comida hindú, aparte del sempiterno thali, me encantan dos comidas: palak paneer (espinacas) y malai kofta (albóndigas vegetales con salsa). La comida india es muy imaginativa, aunque también es verdad que casi todo sabe a masala, una mezcla de especias típica de la India. En Sikkim, la comida es sobre todo tibetana (momos y noodles). De todas maneras no puedo decir que la haya disfrutado demasiado porque desde que entré en la India he tenido bastantes problemas estomacales que en ningún momento se me han llegado a curar del todo. Es el mal del viajero...
Próximo destino: Bangladesh

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me sigue sorprendiendo y cautivando tu viaje. Se nota que lo vives y nos lo haces vivir a nosotros a través de tus relatos y, sobre todo, de las fotos. Nos trasladas allí.. aunque sea imaginariamente, y eso es de agradecer.
Muchos besos y energía para continuar con ánimos!!

Lucas dijo...

Ggrrrrrrrrrrrrrr Se me hace la boca agua con esos pequeños relatos gastronómicos.... los momos tibetanos... mmmmmmmm!! palak paneer... deliciaaaaaaaa! el mismísimo thali!! ggrrrrrrrrrrrr